María Rodríguez Blanco: “El empoderamiento de la mujer no es incompatible con vestirse de princesas”

Entrevista con la diseñadora de moda y fundadora de la marca Reveligion


Religión. Revolución. Revelación. Estos son los pilares sobre los que se asienta Reveligion, la firma de moda de la sevillana María Rodríguez Blanco. Un proyecto que surgió de una aguda crisis de fe y ha terminado cristalizando en una inspirada e inspiradora serie de colecciones que tienen dos propósitos fundamentales: combatir las injusticias sociales –machismo, racismo, discriminación– y, ante todo, lanzar una invitación a las mujeres del mundo, a través de sus prendas, para que rían, para que se diviertan, para que se atrevan a ser ellas mismas.

María Rodríguez tiene una sonrisa contagiosa, tan amplia y sincera que me sorprende cuando me confiesa, al principio de nuestro encuentro, que ha llorado esta mañana al tener que dejar a su hija Gala para acudir a nuestra entrevista. La ha dejado al cuidado de Tom, su marido, un hombre británico de origen sudafricano al que define como el hombre de sus sueños. Pero María es mucho más que una madre y esposa. Es una mujer. Luchadora. Trabajadora. Una artista con las ideas muy claras.

“Reveligion nace en un momento clave de empoderamiento de la mujer”, explica, “y me parece importantísimo reclamar esta lucha para todas, incluso para aquellas mujeres más cursis y repipis, ¿por qué no? Este movimiento social nos afecta a todas y no es incompatible con vestirse de princesas si así lo deseamos”.

María cursó un Grado en Diseño de Moda en la CEADE Leonardo de Sevilla, allá por 2010, pero abandonó los estudios en el segundo año. Sentía que no era lo que ella, “enemiga pública de las convenciones y de lo establecido”, necesitaba en ese momento. Así que cogió las maletas y decidió mudarse a Madrid para trabajar de modelo, una aventura que apenas duró cuatro meses hasta que decidió volver a empacar sus cosas y buscar un nuevo destino, esta vez en la capital de Inglaterra. Tenía 21 años y la lógica incertidumbre de una joven que lucha por encontrar su lugar en el mundo. Trabajó un tiempo para un gigante como Armani, pero Londres se reveló como una ciudad agotadora. “Después de un año, la ajetreada vida de Londres me consumió y decidí volver a Sevilla. En este punto de mi vida sentía un vacío enorme que no podía llenar con nada. Ahora sé que son las ganas de crear, pero en ese momento solo pensaba que estaba atravesando un periodo depresivo”.

Dos años después, con 23 años, dos sucesos claves cambian su vida para siempre: conoce a Tom y saca su primera colección: Rainbow. Una colección llena de brillo, lentejuelas y un profundo respeto por el colectivo LGTBI+. “Cuando volví a Sevilla”, explica María, “vi una especie de falso apoyo al colectivo y sentí que tenía que hacer algo al respecto. No soporto la gente que dice: ‘Yo no soy homófobo, pero...’ Así que compré telas y más telas y me dediqué a crear una colección que yo entendía como una fiesta y una celebración de libertad".

Tras Rainbow vino su segunda colección, Stories. Un homenaje a la infancia en general y a la suya en particular. “Cuando yo era pequeña inventaba mucho, era muy mentirosa. Y las mentiras de los niños son historias poderosas”. También se acuerda de su hermano: “Tengo un hermano con un retraso mental de un 79% y Stories también le rinde homenaje a él, que me ha inspirado siempre a alimentar al niño que todos llevamos dentro”. Después de Stories llegó el turno de su tercera colección, Duck, que coincidió con el nacimiento de su hija. “Tuve un embarazo con un poco de riesgo porque yo soy una mujer inquieta por naturaleza”, cuenta María. “Mucha gente de mi entorno me dijo que debía parar y dedicarme a ser madre, pero yo no soy así. Me puse manos a la obra y de ahí nació Duck, una colección toda blanca que está estrechamente ligada con el concepto de la maternidad”.

Y tras tres maravillosas colecciones, María Rodríguez rompe los moldes con Ritch, que consigue colarse en la Samsung Ego, la plataforma de jóvenes talentos de la moda, organizada por IFEMA, que se celebra dos veces al año en el marco de Mercedes-Benz Fashion Week de Madrid. Era la tercera vez que María se presentaba al certamen y obtuvo la tan deseada selección con una colección, como es habitual en ella, con un mensaje social muy importante. Ritch habla de la infancia de mi marido en Sudáfrica y las separaciones raciales que vivió el país. Pienso que la historia de Mandela debe seguir viva porque existen separaciones raciales en todo el mundo y es fundamental darles voz”. El apartheid supuso un sistema de segregación racial que consistía en la creación de lugares separados para los diferentes grupos raciales y en el poder exclusivo de la raza blanca para ejercer el voto, así como en la prohibición de matrimonios o incluso relaciones sexuales entre blancos y negros. María ataca este trágico episodio y lo hace, además, de una forma tremendamente original. “La colección habla de una mujer mala, esa señora acomodada, con sus uñas postizas y sus volúmenes, muy barroca ella. Es una vuelta de tuerca a la mujer poderosa, una forma de ridiculizarla un poco desde el romanticismo”.

Esa mujer que dibuja en Ritch está muy alejada del prototipo ideal de María, que prefiere a una mujer con ganas de divertirse sin importar quién o cómo es. La moda parece estar cambiando en esa dirección, pero aún queda mucho camino por recorrer. “La moda siempre ha sido muy machista”, explica. “El hombre es el maestro y las mujeres, costureras. Afortunadamente, eso está cambiando. Hay un enorme talento femenino en la moda que merece acaparar los focos”. ¿Por ejemplo? “Me encanta el trabajo de María Escoté, es un referente, o lo que está haciendo María Grazia con Dior. Un cambio muy necesario”.

Sin tiempo que perder, con tantas ideas en su cabeza que a veces siente que puede explotarle de un momento a otro, María Rodríguez ya prepara su próxima colección. El dardo, en esta ocasión, lo dirige contra el bullying. “Voy a volver al colegio, cosa que no resulta nada sencilla. No quiero que sea una cosa obvia, he intentado hacer una interpretación de lo que fue el colegio para mí. Hemos creado un estampado propio muy bonito de flores, colores pasteles... Quedan excluidos el rojo, el marrón y el negro, así como el blanco y el beige. También he trabajado con licra por primera vez. Es lo que puedo contar por ahora”.

Habrá que esperar pacientemente para ver la nueva colección pero a mí ya se me han puesto los dientes largos. Porque María representa a la mujer optimista y emprendedora que a mí me gusta, la que marca las diferencias desde las pasarelas con sus mensajes de vitalidad y denuncia social. Una artista que defiende el “jugar, experimentar y ver qué sale”. Y que, además, reivindica efusivamente la moda española: “Tenemos que aprender a defender lo nuestro, porque tenemos oro”.

Con talentosas guerreras como ella, nuestra moda está en muy buenas manos.

Fotos: @winaxfotografo



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