El Instituto Geográfico Nacional: un tesoro al alcance de los vecinos

Nos abre sus puertas para conocer el valor de su trabajo a lo largo de la historia


Como si de un vecino sigiloso se tratara, la calle del General Ibáñez de Ibero alberga un conjunto de edificios desconocidos para muchos de los chamberileros. Sus alrededores ya comienzan a dar algunas pistas. Junto al paseo de San Francisco de Sales, un monumento de piedra recuerda al fundador y primer director general del instituto geográfico y estadístico, quien también da nombre a esta calle y, tras el número tres, se encuentra este espacio, configurado como una Dirección General del Ministerio de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana, que en 2020 cumplió 150 años. En nuestro distrito se encuentra desde 1930 y en su interior más de 16.000 libros y 2.500 folletos conviven entre fondos bibliográficos, cartográficos y documentales.

Desde su verja de hierro unas columnas sostienen un gran bloque de piedra colocado en su fachada, donde se puede leer: Instituto Geográfico Nacional. De hecho, sus letras también contienen pinceladas de su trayectoria al haber sido movidas e intercambiadas en diversas ocasiones, hasta dar con el nombre actual del organismo. Y sus paredes, a pesar del paso del tiempo, cobijan igualmente un capítulo de la historia de España: diversos impactos y desconchones dejan ver las huellas provocadas por la metralla lanzada durante la Guerra Civil en esta zona de la ciudad.

Accedemos al recinto y, después de subir por las escaleras y entrar al vestíbulo, se encuentra una figura de San Isidoro de Sevilla, patrón del instituto, que, a pesar de su importante envergadura, se trata de una réplica en bronce y de menor tamaño de la que se encuentra en la Biblioteca Nacional, en el paseo de Recoletos. Junto a esta escultura nos recibe Marcos Pavo, jefe del Área del Registro Central de Cartografía.

En la actualidad, el instituto está organizado en cuatro subdirecciones técnicas: Astronomía y Geodesia; Cartografía y Observación del Territorio; Vigilancia, Alerta y Estudios Geofísico, y el Centro Nacional de Información Geográfica (CNIG), que se trata de un organismo autónomo con rango de Subdirección General adscrito a la Dirección General del Instituto Geográfico Nacional (IGN). Y, junto a estas, se encuentra también la Secretaría General.

A pesar de que es imposible resumir en unas pocas líneas el trabajo que se realiza en cada una de estas áreas, resulta importante destacar la cobertura completa de la superficie nacional que se realiza cada tres años para estudiar cómo va evolucionando el territorio, así como la vigilancia volcánica y sísmica, tan importante durante la erupción del volcán de La Palma. Aunque la población no es capaz de sentir la mayor parte de los terremotos, según los datos ofrecidos por la página web del IGN, entre el 15 y el 30 de agosto se registraron hasta 16 temblores en el área comprendida por la Península Ibérica y las islas Canarias.

Recorrer las instalaciones del IGN es como pasear por un museo. Al avanzar por sus pasillos se descubre una copia del primer mapa impreso a dos colores de España, datado en 1511, una prensa litográfica y otra tipográfica de finales del siglo XIX, y un estereorestituidor wild A-8 con el que se comenzó a poner en marcha la fotografía aérea durante los años 70, para hacer mapas a partir de fotogramas. Uno de los grandes hitos del organismo llegó en 1879, cuando unió geodésicamente Europa y África. Para lograrlo se utilizaron tres instrumentos que aún se conservan y que se pueden observar en este espacio. Tal y como relata Pavo, el éxito de esta observación otorgó a su director el general Ibáñez de Ibero el título de marques del Mulhacén.

Fondos de incalculable valor

Otra de las curiosidades de este espacio es la gestión que realiza de los fondos antiguos y el patrimonio. Llama la atención su colección de mapas que arranca en 1478 y que se extiende hasta el siglo XX. Aquí se encuentra, por ejemplo, ‘Secunda Europe Tabula’, el segundo mapa impreso de España más antiguo que existe, datado en 1478, y el primer mapa orlado conocido de España y Portugal, ‘Nova Hispaniae Descriptio’, de 1610.

También se puede descubrir un facsímil de la Biblia de Gutenberg, la primera Biblia estampada en formato de bolsillo, de 1491, así como el libro ‘Compendiosa Historia Hispánica’, escrito por Rodrigo Sánchez de Arévalo y publicado en Roma en 1469. Este último es el primer libro de Historia impreso y, por extensión, el primer libro de Historia de España impreso, además de estar catalogado como el documento más antiguo que se conserva en su biblioteca. En esta línea, uno de los elementos que impulsan su valor es que, en aquella época, el estado de la imprenta aún se encontraba en una fase incipiente y en toda Europa existían únicamente unas 500 obras distintas impresas publicadas.

El jefe del Área del Registro Central de Cartografía explica que cuando engrosan los fondos a través de nuevas adquisiciones, su objetivo es digitalizar todo el material de forma que todo el mundo pueda tener acceso en alta resolución. “Toda la información geográfica del instituto es de uso libre y gratuito, incluido su uso comercial”, sostiene Pavo.

Un espacio al servicio de los vecinos

Unido al incalculable valor que aporta el IGN en cada una de sus ramas de conocimiento, el instituto también tiene el objetivo de ser un espacio a disposición de los ciudadanos. Uno de sus servicios poco conocidos es su sala de lectura, abierta al público de 9:30 a 13:30 horas, donde todo aquel vecino que desee sentarse a estudiar alrededor de un mobiliario lleno de historia es bien recibido. Por su parte, también organizan una serie de exposiciones. Con carácter anual se presenta una muestra dedicada a una temática determinada. La referida al año 2023 tendrá lugar el próximo mes de abril y se titulará ‘El mundo en un Dos de Oros’, donde se podrán descubrir algunos mapas pertenecientes a diversas épocas.

Más próximo en el calendario, la sala de exposiciones acoge desde el 14 de septiembre hasta el 14 de octubre una exhibición, concebida con el objetivo de dar a conocer la figura, obra y legado del geógrafo, cartógrafo e ingeniero militar jienense Francisco Coello de Portugal y Quesada. Tomando como punto de partida su papel en la renovación y modernización de la cartografía española del siglo XIX, está dividida en tres secciones en las que se aborda una aproximación a la vida y el entorno familiar del protagonista, el panorama de sus producciones y, también, la actuación desempeñada por el cartógrafo, que constituiría el germen del posterior catastro y del Mapa Topográfico Nacional, entendidos como la base primaria de la cartografía española. La visita es abierta al público de lunes a viernes, en horario de 9 a 14 horas en la Casa del Mapa.

Entre herramientas y libros, los pasos de Marcos Pavo nos llevan de vuelta hasta la puerta de acceso del IGN. Nos despedimos y la verja de hierro se cierra, dejando atrás unos muros encargados de proteger desde los primeros trazos imprecisos de unos antiquísimos mapas, hasta la más exhaustiva información del mundo que nos rodea, conseguida gracias a las técnicas más modernas. Un tesoro que, en contra de lo que se podría pensar, se encuentra al alcance de todos los vecinos.

Fotos: Instituto Geográfico Nacional.



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