Placas de pon y quita

La placa que rinde homenaje al dirigente socialista Francisco Largo Caballero ha vuelto a instalarse en la plaza de Chamberí, cinco años después de que el Ayuntamiento ordenase su retirada. Operarios municipales ejecutaron a toda velocidad aquel mandato municipal que, en este lustro, ha sido tumbado por todas las instancias judiciales del Estado, desde el Juzgado de lo Contencioso-Administrativo hasta el Tribunal Supremo.

Ha estado remolón con este tema el alcalde Almeida, al que apenas bastaron unos días para, en plena pandemia, quitar la estela esculpida por Pepe Noja y retirarles las calles a Largo y a Indalecio Prieto. Eso, pese a que poco antes, todavía en la oposición, había reprochado a la alcaldesa Carmena que “los madrileños no quieren cambios de calles, sino que sus calles estén limpias”. Debió de ser tomar la vara municipal el alcalde, y pensar que iba a resultar mucho más fácil quitar placas de una fachada que arrancar la mugre de las aceras. A la vista está.

Cuando murió Pepe Noja, El País publicó en su obituario que Almeida había “destruido” no sólo la placa de Largo Caballero, sino también su estatua en Nuevos Ministerios, porque ya qué más da todo. Esa estatua, que por supuesto sigue en pie, como la vecina de Prieto, fue, según cuenta Trapiello, una argucia de Tierno Galván porque no se atrevió a quitar la ecuestre de Franco en Ríos Rosas. Aquella nos la extirpó Zapatero, hace 20 años y de madrugada, en una velada berlanguiana con Blas Piñar cantando el Cara al sol en una acera y Víctor Manuel celebrando “una noche irrepetible” en la otra.

Y la noche no sé, pero lo que sí se ha ido repitiendo en estas dos últimas décadas son los cascotes entre españoles a cuenta de algo que todos querían dejar atrás hace tres y cuatro. Hasta que algunos le vieron el juego que daban las placas. La última ocurrencia es colocar una en la Real Casa de Correos que recuerde las torturas franquistas de cuando los sótanos del edificio albergaban la temible Dirección General de Seguridad. Sería la cuarta ya en el histórico inmueble, junto a las que rinden homenaje los héroes del 2 de Mayo y del 11-M, y en recuerdo de las víctimas del covid. Esta vez es Pedro Sánchez el de la ocurrencia. Otro que prefiere entretenernos con el pon y quita de las placas antes que ponerse a limpiar.


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