Arte contemporáneo dentro y fuera de Casa de México

Una cortina de acero vela la fachada por su exposición 'Con aire popular, arte mexicano contemporáneo'


La sede de Casa de México en España, en Alberto Aguilera, 20, permanece cubierta por una gran cortina de cadenas de acero para invitar al visitante a descubrir la cultura mexicana. Se trata de la intervención denominada “100.000”, formada por 25.000 metros de cadenas y más de 2,5 millones de microesferas que forman parte de la exposición ‘Con aire popular, arte mexicano contemporáneo’, que podrá visitarse hasta el próximo 3 de mayo.

La muestra reúne la obra de 10 jóvenes artistas mexicanos, que abordan diversos temas y que incorporan las técnicas derivadas del arte popular y las artesanías mexicanas, de modo que estas se reflejen en el arte contemporáneo. Un encuentro entre lo nuevo y la estética prehispánica, las técnicas artesanales y las manifestaciones populares, a través de propuestas innovadoras que revisan conceptos como historia, modernidad, tradiciones y cultura.

Los artistas seleccionados por Casa de México responden a una tendencia global que está poniendo en discusión una concepción de la creación, que regresa a formas y mecanismos artísticos desde su manualidad, invitando a una reflexión sobre las conexiones y las diluidas fronteras entre el arte culto y el arte popular y sobre un retorno a una cierta pureza del arte contemporáneo.

Los soportes escogidos van desde el arte textil hasta la talla de madera o el barro, y las obras engloban imágenes e iconos de la cultura contemporánea, que renueva la mirada a las tradiciones.

Un velo de acero

De entre las piezas destaca el velo que envuelve la fachada de Casa de México, desdibujando su apariencia ecléctica. Una capa porosa y transparente que otorga reflejos y brillos al edificio, difumina su escala y lo viste de contemporáneo, confiriéndole además cierto aire de misterio.

Esta ligera segunda piel elaborada con cadena metálica y microesferas se inspira en la convicción de la literatura prehispánica de que nuestro destino es desaparecer. Remite a las máscaras aztecas y a las esferas de vidrio de Oaxaca tan apreciadas por el arquitecto Luis Barragán y al gusto por lo enigmático en la cultura mexicana.


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