Usar bien los antibióticos es vital

El 28 de septiembre de 1928, Alexander Fleming, tras volver de vacaciones, observó en unas placas de cultivo que un hongo, Penicillium notatum, inhibía el crecimiento de bacterias en una placa de Petri. Así descubrió la penicilina, marcando el inicio de la era antibiótica. Hasta entonces, infecciones tan comunes como la neumonía o una herida infectada podían ser mortales. Durante la Segunda Guerra Mundial, el desarrollo y uso masivo de la penicilina cambió el pronóstico de los soldados heridos: las infecciones dejaron de ser la principal causa de muerte en el campo de batalla y millones de vidas se salvaron. Los antibióticos revolucionaron la medicina, permitiendo cirugías complejas, trasplantes y tratamientos oncológicos, impensables sin ellos. Sin antibióticos eficaces, muchas intervenciones médicas serían inviables.

Sin embargo, el uso indiscriminado o incorrecto de los antibióticos nos ha llevado a una amenaza de salud mundial declarada por la Organización Mundial de la Salud: la resistencia antimicrobiana. Las bacterias han aprendido a defenderse y cada vez hay más cepas resistentes a los tratamientos habituales. Hoy, las muertes por infecciones resistentes ya superan a las causadas por accidentes de tráfico y se estima que en 2050 podrían convertirse en la primera causa de muerte mundial.

Un caso paradigmático fue el de una mujer estadounidense que, tras fracturarse el fémur en la India en 2016, desarrolló una infección por Klebsiella pneumoniae resistente a todos los antibióticos disponibles. Los médicos probaron 26 antibióticos distintos, sin éxito. La paciente falleció en Nevada, demostrando que las superbacterias ya son una realidad y que la globalización facilita su propagación.

Es fundamental hacer un uso racional de los antibióticos: solo cuando estén indicados, durante el tiempo necesario y nunca automedicarse. Los virus causantes de catarros, gripe  y otras infecciones no se curan con antibióticos y tomarlos sin indicación es perjudicial.

Aquí entra el enfoque One Health (“Una sola salud”), que recuerda que la salud humana, animal y ambiental están conectadas. El uso de antibióticos en ganadería, mascotas y agricultura también contribuye a las resistencias, así que nuestra salud global depende de todos.

Ojalá en 2028, en el centenario de su descubrimiento, celebremos que los antibióticos siguen funcionando.

Begoña Francia
Medicina Familiar y Comunitaria
Centro de Salud Eloy Gonzalo

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