Un “chamberilero” de Valencia, hijo adoptivo de la capital

Hace ya mucho que Chamberí adoptó de forma natural a uno de los grandes genios españoles de los últimos dos siglos. Ahora, el Ayuntamiento de Madrid hace lo propio e inicia los trámites para nombrar Hijo Adoptivo de la ciudad al pintor Joaquín Sorolla, de cuyo fallecimiento se conmemora este año su centenario. El pintor valenciano se unirá a una lista en la que figuran ilustres como Benito Pérez Galdós, Mario Vargas Llosa, Adolfo Suárez, Raphael, Pedro Almodóvar o Rafa Nadal, ninguno de los cuales nació en Madrid, pero cuyas cualidades o méritos personales y sus servicios en beneficio, mejora u honor a la capital les hicieron merecedores de tal distinción.

Aunque nació en Valencia, Joaquín Sorolla Bastida se instaló en Madrid en 1889, con 26 años, y aquí comenzaría su despegue como pintor de renombre. En 1905 compró un solar en el, por aquellas fechas, paseo del Obelisco, actual General Martínez Campos, una zona residencial por entonces en las afueras de Madrid, junto a la vivienda de la actriz María Guerrero, y que posteriormente ampliaría adquiriendo un solar contiguo. Allí inauguraría, seis años después, su vivienda-taller, que habitaría hasta que en 1920 sufrió un derrame cerebral –mientras pintaba en su jardín el retrato de Mabel Rick– que le postró en una silla de ruedas hasta que, en 1923, fallecería en su residencia veraniega de Cercedilla. Los madrileños despidieron al artista con un multitudinario adiós por las calles de la capital, y gozan hoy de aquella casa como museo.

Para esta conmemoración el Ayuntamiento, en colaboración con distintas instituciones, entre ellas el Museo Sorolla, ha organizado un programa actividades y exposiciones, así como rutas por algunas de las pinturas más emblemáticas del artista, reproducidas en 40 lonas de grandes dimensiones por el distrito. La celebración del centenario también ha servido para reactivar antiguas demandas, como la recuperación del nombre de Joaquín Sorolla para la estación de Metro de Iglesia, como se denominó varios años durante la Segunda República.

Pero más allá del recuerdo honorífico al vecino ilustre, que este noviembre traemos a la portada de nuestra publicación, la actualidad del distrito nos ha llevado este mes al antiguo Instituto Homeopático, transformado hoy en colegio de elite norteamericano con demasiadas prisas, a la vista de la orden de cese que el Ayuntamiento de Madrid ha tenido que cursar debido a la irregularidad de iniciar su actividad –y  llevar a cabo obras, según denuncia el grupo municipal socialista– con una simple declaración responsable en la Agencia de Actividades. Un movimiento que debería haberse cuidado más dada la máxima protección patrimonial de que goza el edificio. Habrá que ver cómo se resuelve esta situación, y si el Consistorio actúa esta vez con la diligencia debida.

Por otro lado, el Beti Jai vuelve otro mes a la palestra informativa después del contencioso interpuesto por Madrid, Ciudadanía y Patrimonio contra el nuevo plan especial aprobado por el Ayuntamiento de Madrid, que parece que seguirá un nuevo camino judicial que podría de nuevo retrasar el proyecto, cuando no devolverlo a la casilla de salida. Entretanto, al menos, los ciudadanos tendrán sus puertas abiertas para admirar esa joya cada vez menos desconocida de Chamberí, pensando que quizá algún día sirva para algo más que de obra de arte.


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