Limpieza y terrazas: solución o papel mojado

Sería digno de estudio conocer si la llegada a la alcaldía madrileña trastoca de alguna manera el sentido de la vista o del olfato. Le ocurrió a Manuela Carmena, que en 2015 usó como caballo de batalla electoral la suciedad de las calles, pero que al llegar a Cibeles suavizó ostensiblemente su percepción, y le ha sucedido al alcalde José Luis Martínez-Almeida, que ha pasado de exigir que la alcaldesa pidiera disculpas “por el lamentable estado” de la limpieza en la ciudad, a asegurar tan campante que “Madrid no está sucia, pero tampoco lo suficientemente limpia”. Pero quienes no hemos sido alcaldes comprobamos cada día que las calles siguen con Almeida al menos tan llenas de mugre como lo estaban con Carmena.

Viene todo esto a colación de la entrada en vigor el pasado 1 de noviembre de los nuevos contratos de limpieza, que arrumbarán al fin los aprobados por Ana Botella en 2013 y que por lo general han sido considerados responsables –o chivos expiatorios– de la persistente suciedad de la capital. El Ayuntamiento de Madrid va a invertir más de 1.600 millones de euros en los próximos seis años en unos nuevos contratos que contemplan mayores frecuencias de limpieza, más medios humanos –2.500 trabajadores más en las calles– y materiales –nuevos e innovadores vehículos–, y en los que Chamberí ha quedado encuadrado, junto a Centro y Tetuán, en el lote que más dinero obtendrá: 306 millones. Unas cifras que por el momento están sólo sobre el papel y de las que la oposición recela que sean suficientes para acabar con la suciedad acumulada.

Pero aun Almeida dio con una clave para la mejora de la limpieza que aparentemente no está en las manos municipales: “La imprescindible colaboración ciudadana”. Pero que el Consistorio haya prolongado la dejadez en la limpieza viaria durante tanto tiempo ha estimulado también la dejadez de una buena parte de los propios ciudadanos, cada vez menos comprometidos con mantener en óptimas condiciones de higiene el lugar en el que viven.

Cabe pues, tomar con algo de desconfianza las buenas nuevas sobre limpieza, del mismo modo que desde la Asociación Vecinal “El Organillo” han tomado la aprobación inicial de la nueva ordenanza sobre terrazas, que sobre el papel eliminaría prácticamente todos los veladores covid sobre plazas de aparcamiento ubicados en Chamberí, y que la entidad vecinal asegura que “no va a ser aceptada por los hosteleros”. Que, en definitiva, no se va a cumplir. Como ejemplo de lo que vendrá explican que, según sus comprobaciones, “aproximadamente el 10% de las terrazas del distrito no tienen licencia, y algunas llevan así un año, sin que les pase nada”. Lo que parece claro, en cualquier caso, es que el anuncio de la futura normativa, que se pretende aprobar antes de que finalice el año, no ha tranquilizado a los vecinos, que ya han anunciado nuevas movilizaciones –y van ya unas cuantas sólo en lo que va de año– para protestar contra un proyecto “que perpetúa un gravísimo problema de convivencia”.

En conclusión, el Ayuntamiento de Madrid mueve ficha en dos cuestiones fundamentales para la sana convivencia del distrito, pero aún habrá que ver si se concretan para bien. 

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