Un paseo por la historia de la fotografía analógica en pleno Chamberí

Un insólito taller-museo con piezas de cerca de un siglo, en la calle de Fernández de los Ríos


Durante 45 años Antonio del Solar ha dedicado sus días a reparar cámaras de fotos. Al entrar por la puerta de su local, la magia de la fotografía te invade y a través de sus cientos de modelos agolpados en sus estanterías metálicas es posible contemplar el paso del tiempo. Canon, Nikon, Exakta, Olympus, Pentax, Konica o Yashica representan la historia de la fotografía, aún hoy viva en aquellos que prefieren capturar sus recuerdos presionando el disparador de sus cámaras. Ya jubilado, Antonio se ha propuesto vender una pequeña parte de su material, para que estos tesoros de la historia puedan tener una segunda vida.

Después de haber pasado por varias empresas del mismo gremio donde aprendió el oficio, a principios de la década de 1970 este mecánico y astrofotógrafo abrió su conocido taller de la calle de Santa Feliciana, muy cerca de la Plaza de Olavide. Allí se dedicó en exclusividad a la reparación de aparatos fotográficos y, poco a poco, fue almacenando cámaras, sin ser consciente del número total que ha conseguido acumular. Gran parte de este material llegó a su estudio con el nacimiento de la era digital. “Hubo un determinado momento en Madrid en el que las tiendas daban un dinero por las cámaras antiguas al comprar la digital”. Se trata de un sistema que le dio resultado: “Yo le hacía las reparaciones gratis y me quedaba con ese material”.

Hace un año se jubiló y abrió un nuevo espacio en la calle de Fernández de los Ríos, 29, convertido en un recorrido por la historia de este arte, plasmado en cámaras de múltiples nacionalidades. Antonio, sin embargo, destaca las alemanas y japonesas, por ser las que marcaron la técnica a lo largo del último siglo. Sumergirte en el pasado aquí es posible, al observar una cámara de fotos fabricada con una placa de vidrio de más de 100 años o un proyector de 8 milímetros que también alcanza los 90 años.

“La fotografía analógica todavía tiene su encanto y la gente se queda sorprendida con sus resultados, el color, la nitidez y la resolución que tiene”. Para este mecánico, una de las ventajas de la fotografía radica en su durabilidad: “Yo hago una foto de lo que estoy viendo y eso perdura años y años”. Además, “en la analógica queda la incógnita hasta que no se revela”. Estas características siguen atrayendo no solo a las personas mayores, sino también a un gran público joven, al que le llama la atención la calidad de este material. Por eso, de entre todas las cámaras que acumula en su taller, Antonio ha realizado una selección que ha puesto a la venta, con el objetivo de que vayan a manos de alguien que pueda darles uso a partir de ahora.

Cuando una persona acude buscando una cámara de fotos trata de recomendar aquella que se ajuste a la utilidad que el futuro propietario tiene la intención de darle. Todo el material a la venta es mecánico y se trata de cámaras que tienen entre 10 y 70 años. En aquella época se le daba mucha importancia a las ópticas, por lo que explica que las grandes marcas como Canon, Nikon o Pentax se esmeraban por ofrecer un producto duradero que permanecía en el catálogo durante años, de forma que los aficionados pudieran ir comprando los accesorios para sus cámaras poco a poco.

El encanto de la incertidumbre 

Antonio recuerda cuando al ir de vacaciones la cámara iba siempre en el equipaje y permanecía la incertidumbre de si las fotos habían salido bien cuando se volvía para revelar. El material que aguarda en este espacio posee una mecánica que en su momento estaba considerada como una solución ante los problemas técnicos. Un objetivo Kilfi 400 5,6, como el que utilizó James Stewart en ‘La ventana indiscreta’ de Hitchcock; o cámaras polaroid con las que se realizaban las fotografías instantáneas para el carné de identidad o para la identificación de los trabajadores de las empresas, adornan este espacio.  

No obstante, de entre todas las cámaras hay una que para Antonio brilla por encima de las demás. Desde los años 60, su Nikon F le ha acompañado a todos sus viajes retratando sus vivencias. El paso de los años y el surgimiento de los aparatos digitales no han impedido que la siga utilizando y, por supuesto, este modelo no está en venta. Al entrar por la puerta, muchos recuerdan las cámaras de su infancia y juventud, mientras que otros descubren en la fotografía analógica todo un mundo con el que capturar la magia de los recuerdos. Para visitar este espacio es recomendable llamar primero al número de teléfono 91 447 91 22 y acordar una hora. Los amantes de la fotografía tienen una cita en Chamberí.  

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