Torres Quevedo: la huella en Chamberí del “más prodigioso inventor de su tiempo”

El cántabro construyó varios de sus ingenios, como el dirigible y el telekino, en el frontón Beti Jai


Maurice d’Ocagne describió a Leonardo Torres Quevedo (Santa Cruz de Iguña, Cantabria, 1852-Madrid, 1936) en las páginas de Le Figaro, como “el más prodigioso inventor de su tiempo”. Si a los lectores de Chamberí 30 días les llama la atención que un francés dedicase a un español un elogio como ése en 1930, mucho más les sorprenderá saber que gran parte de la obra inventiva de Torres Quevedo se desarrolló entre 1903 y 1913 en y desde las distintas sedes que tuvieron el Centro de Ensayos de Aeronáutica y el Laboratorio de Mecánica Aplicada… ¡en el distrito de Chamberí!

En efecto, el insigne inventor español había presentado en Alemania, Suiza, Francia, Reino Unido, Canadá, Austria, España, Italia y los EE.UU., en 1887, la patente del primer teleférico concebido para personas del mundo… pero fracasaría en su intento de construirlo en el Monte Pilatus de Suiza. En la década siguiente asombró al mundo con sus artículos y libros sobre las máquinas algébricas y con los pequeños modelos de demostración que presentó en París, consagrándose internacionalmente en 1900… pero no conseguiría construir la máquina completa entonces por falta de financiación.

Sin embargo, embarcado desde 1901 en la solución del problema de la navegación aérea, su patente presentada en Francia en 1902 recibía un informe favorable de la Academia de Ciencias de París y se reproducía laudatoriamente en varias publicaciones. Por otro lado, las dudas sobre la seguridad en los ensayos de los dirigibles existentes en aquellos años animaban al inventor cántabro a concebir un “sistema llamado Télékine para gobernar a distancia un movimiento mecánico”, el proyecto del telekino para teledirigir las pruebas del dirigible sin poner en riesgo vidas humanas, invención que también patentaría en Francia en 1902.

Tras el impresionante éxito internacional de las primeras pruebas de control remoto de motores con un prototipo parcial del telekino efectuadas en París en 1903, el Gobierno español decidió financiar la creación del Centro de Ensayos de Aeronáutica y Torres Quevedo consideró conveniente situarlo en el frontón Beti Jai, en el entonces número 5 de la calle del Marqués de Riscal, que se encontraba prácticamente sin uso desde que acabaron los partidos de pelota en 1897.

Telekinos y un dirigible en el Beti Jai

La construcción de telekinos efectivos que pudieran teledirigir coches, embarcaciones o dirigibles, empezaron en el Beti Jai en enero de 1904. Las primeras pruebas, con el telekino instalado en un coche eléctrico, tuvieron lugar un año después, entre febrero y marzo de 1905, ante diferentes autoridades y la práctica totalidad de los profesores y alumnos de los últimos cursos de la Escuela de Ingenieros Industriales de Madrid. Las siguientes pruebas se hicieron en el estanque de la Casa de Campo de Madrid teledirigiendo una barca con motor eléctrico construida en el Beti Jai, y, sobre todo, teledirigiendo con un segundo telekino el bote “Vizcaya” en el Abra de Bilbao, en noviembre de 1905 y en septiembre de 1906, en presencia del Rey Alfonso XIII, con un gran éxito del que se hizo eco la prensa nacional e internacional.

En marzo de 1905 había empezado a colaborar con Torres Quevedo un segundo Auxiliar Técnico, Alfredo Kindelan Duany quien, antes de empezar la construcción del dirigible en la cancha del Beti Jai, levantó las cerchas para sostener una gran cubierta de lona para el frontón y lo protegiera tanto de las inclemencias del tiempo… como de las miradas de vecinos y “espías industriales”. Seguidamente empezó la construcción de la envuelta del dirigible, que sería inflado en el Gasómetro de Madrid en junio de 1906, demostrándose el éxito del sistema.

Santa Engracia, 20: diseño del primer teleférico del mundo

Trasladado el dirigible al Polígono de Aerostación de Guadalajara, Torres Quevedo presentaría desde el Beti Jai la segunda y definitiva patente de su sistema de dirigibles y trasladaría las oficinas del Centro de Ensayos de Aeronáutica al piso principal del Paseo de Santa Engracia 20, también en Chamberí, aunque, por la documentación disponible, sabemos que siguió utilizando el Beti Jai al menos hasta 1909.

Desde la sede en Santa Engracia realizaría los planos y patentaría la barquilla del primer teleférico para personas construido en el mundo, en 1907, el Transbordador del Monte Ulía de San Sebastián, 20 años después de su primera patente cántabra. Y, en 1908, al tener que abandonar el Polígono de Guadalajara tras el desencuentro con los militares, alquilaría un nuevo taller para el Centro de Ensayos y el Laboratorio de Mecánica Aplicada en el número 1 de la calle de Manuel Silvela, también en Chamberí, donde completaría la construcción del dianemólogo –aparato para transcribir discursos sin necesidad de taquigrafía–, empezaría la primera máquina de calcular electromecánica, etc.

El dirigible construido y patentado en el Beti Jai y ensayado en Guadalajara entre 1907 y 1908 triunfaría en los años de la I Guerra Mundial con más de cien unidades del sistema operando en las Armadas de Francia, Reino Unido, Rusia, EE.UU. y Japón; unas innovaciones torresquevedianas que, después de más de cien años, siguen estando presentes en la práctica totalidad de los dirigibles que se construyen hoy en día.

Por otro lado, en 2007 el Institute of Electrical and Electronics Engineers (IEEE) concedería al telekino un “Milestone in Electrical Engineering and Computing”, por “los primeros desarrollos de control remoto”, destacando que “con el Telekino, Torres Quevedo estableció los principios operacionales del moderno control remoto sin cables”. Todo ello lo había hecho en y desde Chamberí.

Pionero de la inteligencia artificial y “padre” de los drones

Pero el telekino construido y ensayado en el Beti Jai no es sólo el primer mando a distancia de la historia –que lo es–. Tampoco supone solamente el origen del concepto “vehículo aéreo no tripulado” o “dron” –concepción ésta que también es una aportación del sabio montañés–. Como había detectado magistralmente José Echegaray en 1905, el telekino se constituiría en el origen de los autómatas torresquevedianos dotados de “Inteligencia Artificial”. En efecto, para Echegaray “nadie mueve” el telekino; “se mueve automáticamente”; es un autómata de “cierta inteligencia, no consciente, pero sí disciplinada”, “un aparato material, sin inteligencia, interpretando, como si fuera inteligente, las instrucciones que se le comunican”. Sí, ese telekino construido y ensayado en el frontón Beti Jai.

De hecho, Torres Quevedo, además de ingeniero de caminos, aeronáutico, industrial y de telecomunicaciones, también fue ingeniero naval. En efecto, en 1913 unió Náutica y Aeronáutica en su patente del Buque-campamento, un barco porta-dirigibles cuyo diseño integraría la Armada española años después en nuestro primer porta-aeronaves (hidroaviones y dirigibles), el “Dédalo” (1922), concepción que pudimos ver materializado para la Marina de los EE.UU. en la “Sentry Class” en los años 90 del pasado siglo y continúa vigente hoy, en 2019, en unidades como el “HSV-2 Swift”.

“Ajedrecistas” autómatas y primer ordenador de la historia

Complementariamente, en 1916, mientras la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales le concedía la primera Medalla Echegaray, nuestro inventor obtenía en España y Francia la patente de su Binave, pionera concepción de esos catamaranes de casco metálico que en el presente protagonizan en todo el mundo el transporte marítimo exprés de pasajeros, espectaculares regatas y travesías extremas.

Pero, desde Chamberí, en este mundo en el que vivimos gobernado por las Tecnologías de la Información y la Comunicación, debemos destacar el papel visionario de Torres Quevedo como creador de una nueva ciencia, la Automática, y de las máquinas prácticas que demostraban sus concepciones teóricas. Efectivamente, con su obra escrita cumbre, los Ensayos sobre Automática (1914), sus “Ajedrecistas” de 1912 y 1922 (autómatas que “piensan”, con los que un humano juega -y pierde indefectiblemente- un final de partida de torre y rey contra rey) y su Aritmómetro electromecánico (1920), que empieza a ser considerado como, probablemente, el primer ordenador en sentido actual de la historia, se adelantaría en varias décadas a las aportaciones de los pioneros teóricos y prácticos de la Informática, la Automática y la Inteligencia Artificial del siglo XX.

Y decimos “desde Chamberí” porque, para Torres Quevedo, “el telekino fue el que me encaminó en esta nueva dirección [la Automática]”, y destacamos que se hizo en y desde el Beti Jai, porque así lo dejó escrito: “Durante la construcción de los diversos modelos del telekino que ensayé, tuve ocasión de apreciar prácticamente la gran facilidad que dan para estas construcciones [de los autómatas] los aparatos electromecánicos, y pensé que se les podría aplicar con éxito a las máquinas de calcular”.

Una trayectoria olvidada

Lamentablemente, cuando se redactó en 2011 la declaración de Bien de Interés Cultural del Beti Jai, al igual que ocurriera en 1991 al incoarse el expediente de Monumento Nacional, el legislador parecía desconocer la impresionante relevancia de la obra realizada por Torres Quevedo en y desde el antiguo frontón. Tampoco parece que la conocieran en 2018 los responsables de formular las bases del primer concurso de ideas para la adaptación y nuevos usos del histórico edificio.

Consideramos imprescindible que esta realidad se incorpore a las bases que regulen el concurso definitivo y el Beti Jai, entre otras muchas funciones que pueda tener en el futuro, se convierta en un “Templo” a la memoria de “el más prodigioso inventor de su tiempo”, un inventor que no nació en Chamberí en 1852, pero sí decidió morir aquí en 1936, en la calle Jenner, paralela a Marqués de Riscal, mirando desde las alturas a “su” Beti Jai, donde construyó y ensayó sus telekinos, donde construyó su primer dirigible y donde nació su Automática.

Francisco A. González Redondo, Universidad Complutense de Madrid
Montserrat Cubría Piris, Universidad de Cantabria

 

(La exposición “Leonardo Torres Quevedo, en y desde el Beti Jai: los dirigibles y el telekino”, puede visitarse en la Casa de Cultura y Participación Ciudadana de Chamberí, en Bravo Murillo, 39, hasta el 15 de noviembre)



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