Inauguraciones y un problema sin resolver

La vida, tal y como la entendíamos antes, cambió repentinamente hace ahora justo dos años, cuando el hachazo invisible y homicida de la pandemia golpeó con virulencia nuestras calles, dejando un reguero de muerte y de pánico del que, 24 meses después, comenzamos a ir recobrándonos. Tardaremos aún en regresar a nuestra cotidianeidad anterior a 2020, y pasará más tiempo todavía hasta que podamos olvidar aquellos primeros días, si es que podemos.

En lo que afecta a la actualidad propiamente chamberilera, el distrito ha abordado unas últimas semanas de estrenos, con nada menos que tres inauguraciones de equipamientos municipales. El primero llegó el pasado diciembre, con la puesta en marcha –con algunos meses de retraso– del Centro de Mayores Antonio Mingote, al que le siguió la apertura de la Sala de Lectura Fernando Vizcaíno Casas, en Blasco de Garay. Por último, el alcalde José Luis Martínez-Almeida visitaba hace unos días la puesta en funcionamiento de la nueva base del SAMUR-Protección Civil en el distrito, concretamente en la calle de Monte Esquinza, que toma el relevo de la ubicada en Alberto Aguilera y que fue clausurada en 2018.

Esta instalación es una de las tres dotaciones municipales incluidas en el Plan de Equipamientos del Ayuntamiento de Madrid para Chamberí, junto a la piscina cubierta de Cea Bermúdez y la escuela infantil de Raimundo Fernández Villaverde. Las obras en la primera ya están prácticamente concluidas y desde la oposición se espera que el recinto pueda abrir este mismo verano, mientras que los trabajos aún no han comenzado para la escuela infantil. El distrito también aguarda en breve la puesta en marcha del nuevo Centro de Inteligencia Artificial, que se instalará en el antiguo local que albergó la Casa de Cultura y Participación Ciudadana.

Así, mientras el Ayuntamiento va incorporando nuevos equipamientos a nuestras calles, se mantiene enquistado uno de los principales problemas del distrito como es el de las molestias generadas por el ocio nocturno. La puesta en funcionamiento hace un mes de la nueva ordenanza de terrazas hasta el momento ha servido para levantar la mayoría –no todas– de los veladores que ocupaban las plazas de aparcamiento en la Zona de Protección Acústica de Gaztambide, pero los afectados siguen alzando la voz contra la nueva norma, que consideran diseñada a la medida de los hosteleros. Prueba de estas quejas es el mapeo colaborativo impulsado por la Federación Regional de Asociaciones Vecinales del que damos cuenta en este número y que muestra las “infracciones” y “abusos” que muchas terrazas siguen llevando a cabo, una buena parte de ellas en las principales zonas de ocio chamberileras. La sentencia del TSJM conocida ahora sobre el endurecimiento de la protección acústica en una de las zonas más controvertidas de Gaztambide, y la consiguiente negativa de la Junta Municipal a repetir las mediciones en el resto del ámbito, no hace más que confirmar que el problema de convivencia que desde hace años sufre el distrito no se pretende contener de forma tajante. Una circunstancia que con el afortunado y previsible regreso a la normalidad sólo puede empeorar, y para el que habrá que mantener una vigilancia de la que hasta ahora no ha habido pruebas en zonas ya hartas de la situación.

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