Lo de Vizcaíno

Uno no sabe si el de Fernando Vizcaino Casas es el nombre idóneo para una sala de lectura, o si hay quien lo merecería (?) más. Andamos ya por la retirada de calles a los Reyes Católicos y la matización “crítica” y “explicada” de una estatua de Colón, así que vaya usted a saber. Lo que sí puede asegurarse es que, si de lecturas se trata, pocos pusieron a leer a tantos como el escritor valenciano, cuyas sátiras le convirtieron en un «fenómeno sociológico» –decía El País– durante la Transición.

Los tres libros más vendidos de 1978 fueron suyos, y también el octavo. Publicó más de 70, y vendió más de cuatro millones. Claro que la “cantidad” literaria no siempre se correlaciona con la “calidad”, como recordó un portavoz de la oposición en el distrito, antes de establecer una analogía con la vasta audiencia del cine porno, en un sesudo argumento preñado de “calidad” intelectual.

Vizcaíno Casas fue un periodista relevante, un prestigioso abogado laboralista y un prolífico autor de textos jurídicos, novelas, anecdotarios y obras teatrales. También era, ay, un señor muy de derechas, católico y del Real Madrid. No fue un “referente antidemocrático”, como también se dijo, pero sí guardó “absoluto respeto” por la dictadura –“sin ocultar ni dejar de reconocer sus errores”–, y defendió la llegada de la democracia. Una democracia que, debido a lo primero, empezó a orillarle y a tildarle de “políticamente incorrecto”, como narra en sus memorias, que son una delicia de crónica social del franquismo y la Transición.

El respeto y la convivencia formaban el talante del escritor, que no obstante no soportaba el chaqueterismo de tantos de la época. Una actitud que en otros se destaca como “compromiso”, palabra que siempre tiene una sola dirección, y que, como en el caso del fallecido Alfonso Sastre, grandísimo autor teatral, sirve incluso para disimular la justificación de la violencia.

Entre sus clientes figuró Juan Antonio Bardem, Alberti o Paco Rabal, y entre sus muchos y viejos amigos contaba a Buero Vallejo, Berlanga, Gila y Fernán Gómez. A los dos últimos les ayudó en algunos pleitos, y del primero fue pareja de dominó 30 veranos consecutivos. No hubo un solo año en que no se acercara un periodista hasta Navacerrada para preguntar el porqué de esa pareja tan ideológicamente opuesta. Al último, Vizcaíno respondió que aquello era por su buena amistad, por la buena compenetración de ambos en el juego y por una tercera razón sexual. “¿Qué quiere decir?”, preguntó el plumilla. «Sí, porque me sale de los cojones», zanjó.

  Votar:  
Resultado:0 puntos0 puntos0 puntos0 puntos0 puntos
  0 votos

Deje un comentario

Para dejar su comentario identifíquese o regístrese.