Chus Burés: “El tiempo es nuestro bien más preciado, el mayor de los lujos”

No es frecuente poder afirmar de alguien que su trabajo convierte el mundo en un lugar más bello y, por lo tanto, mejor. Chus Burés es uno de esos escasos agraciados, y nosotros, unos privilegiados por poder disfrutar de ese don. Porque 40 años de profesión lo convierten a cualquiera en un experto, pero para alzarse como artista deben confluir otros elementos: una visión única del mundo, la capacidad de trascender a la tiranía de las tendencias del momento y una pizca de rebeldía propia del artista. Chus Burés crea estados de ánimo, crea historias, crea mundos.

Burés nació en Barcelona, pero su andadura profesional comenzó en los 80, en un Madrid inmerso en su ‘Movida’. “Barcelona era mi ciudad, mi lugar de residencia, pero Madrid estaba en un punto de efervescencia, que me fue atrapando hasta terminar echando raíces”, recuerda. No es de extrañar, pues, que la primera exposición de la que formó parte en la capital se titulase, ‘Madrid, Madrid, Madrid’, ubicada en el Centro Cultural de la Villa. Un año después, en 1984, presentó su primera colección, titulada más escuetamente: ‘Madrid’. “Era una colección de joyas en plata que tuvo lugar en la galería de Juana de Aizpuru. En aquel momento, Juana era la directora de ARCO, que atraía a las grandes galerías de Europa y Estados Unidos”.

En la misma época, Chus Burés hizo su entrada en el mundo de la moda de la mano de Manuel Piñas, uno de los fundadores de la Pasarela Cibeles y arquitecto de la llamada ‘Marca España’. “Le conocí en Ibiza y congeniamos. Vio mi obra y decidió encargármela para el MEAC (Museo Español de Arte Contemporáneo), donde se hizo un desfile con cuatro diseñadores, una iniciativa que puso en marcha y financió el Gobierno socialista de aquella época”.

Al servicio del cine

Era cuestión de tiempo que su camino se cruzase con el de otro de nuestros artistas patrios más ilustres: Pedro Almodóvar. El cineasta manchego requirió sus servicios para la película ‘Matador’: “Me dio a leer el guion y entendí que lo que había que diseñar era una horquilla que se iba a convertir en un arma asesina. Le hice una propuesta a Pedro y le gustó. Aquella experiencia me abrió muchas puertas internacionalmente”, asegura Chus Burés, cuya colaboración con Almodóvar se reanudó tres años después en la película ‘Átame’, “para la que hice una colección, donde la idea predominante es la posesión, el corazón roto. Estaba formada por anillos, pendientes, un trabajo más de merchandising”. Otros grandes de nuestro cine, como Bigas Luna, Vicente Molina Foix y Adolfo Arrieta también requirieron sus servicios.

No obstante, a mí me interesan especialmente dos de sus amistadas, dos mujeres sin las cuales es imposible entender el arte contemporáneo. Una de ellas es Louise Bourgeois, la artista y escultora francesa, famosa por sus esculturas arácnidas que le valieron el sobrenombre de ‘Mujer Araña’. “La conocí en el año 2000, coincidiendo con la retrospectiva que se organizó en el Museo Reina Sofía. Vino a verme al estudio y me pidió una colaboración. Me trajo un collar que había diseñado hacía años y había tenido guardado en un cajón, y me pidió que hiciera algo con él. Desde entonces surgieron más colaboraciones y una buena amistad. La visitaba varias veces al año, hasta que falleció en mayo de 2010”.

La otra es una cubana maravillosa: Carmen Herrera, considerada unánimemente como una de las pioneras en la abstracción geométrica y del Modernismo Latinoamericano. “Inicié mi colaboración con Carmen Herrera en el 2012, con una serie de joyas creadas a partir de su obra. Herrera es una gran artista que vive en Nueva York, una gran dama, una señora muy culta y sensible, una de las pioneras como mujer artista, y tuve la suerte de conocerla. Colaboramos en series de seis piezas y mantengo una excelente relación con ella”. Carmen Herrera tiene actualmente 105 años y vive cerca de Union Square, en Nueva York.

Embajador de España

A pesar de que Chus Burés es, desde hace décadas, uno de los mejores embajadores de España, lo cierto es que su talento ha traspasado fronteras: sus obras han triunfado en Londres, Tailandia, Hamburgo, Mónaco o París. Pero su ojito derecho, la ciudad que tiene conquistado su corazón, es Nueva York. “Es una ciudad que he visitado infinidad de veces, donde he realizado exposiciones… Es el centro del universo para la creatividad, la ciudad más dinámica que existe, un lugar donde nunca dejan de acontecer cosas”.

Entre sus colecciones más destacadas encontramos la ‘Dragon Collection’ (1986), que representa la espina dorsal de un dragón (por la leyenda de San Jordi); ‘Mae Nam’ (2000), inspirada en el antiguo reino de Siam y que recoge perfectamente la esencia de la tradición tailandesa; ‘Oppenheim’ (1984), compuesta por formas óseas e inspirada en la artista Meret Oppenheim, o ‘Vol de Nuit’ (1998), una evocación ensoñada de las noches marroquíes.

Ahora, con la situación sanitaria que estamos viviendo, muchos artistas han tenido que echar el freno. “Es poco popular decirlo”, comenta Chus Burés, “pero a mí este año de parón me ha venido muy bien para poder pasar tiempo en el estudio y reorganizar mi vida profesional”. Y concluye: “El tiempo es nuestro bien más preciado, el mayor de los lujos”.

No hay más que contemplar las joyas que diseña Chus Burés para darse cuenta de que uno se encuentra ante una sensibilidad infinita. Pasan los años, pero Chus Burés trasciende al mismísimo tiempo, como solo las leyendas lo hacen.

Fotos: Winaxfotógrafo.



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