
Y es que las incomodidades de la “ratonera” de Juan de Austria no acaban en la reformulación del espacio, como denunciaba la vecina, sino en el hecho de que el aparcamiento en batería debe realizarse en sentido contrario a la marcha, “hacia atrás”, lo que requiere de más maniobras. Además, al haberse reducido el espacio, la destreza del conductor resulta fundamental, pues un ángulo más amplio disminuye drásticamente las plazas. “Ahora hay que aparcar de culo y si vas con un coche grande te das con los de enfrente al maniobrar”, explica otra vecina.
Por si esto fuera poco, los camiones de mayor tamaño pasan muy justos –algunos deben salir de la calle marcha atrás– y, al haber desparecido la posibilidad de doble fila, los taxis y ambulancias –hay una residencia en la calle– colapsan la circulación y provocan las quejas y los pitidos del resto de conductores. El trabajo de los repartidores es ahora más dificultoso, ya que las zonas de carga y descarga, pese a que han aumentado, son ahora espacios más codiciados para quien estaciona. Desde el PP se asegura incluso que la reducción del espacio pone en cuestión que pueda circular un camión de bomberos.
El Consistorio, por su parte, defiende que se han aumentado las plazas y ensanchado las aceras de todo el entorno, también de la propia calle, que ha pasado de 92 a 132 gracias a la batería. Las vías de Covarrubias, Gonzalo de Córdoba, Manuel Silvela, Nicasio Gallego y Jerónimo de la Quintana también se han renovado y cuentan con esta modalidad de aparcamiento.
Chamberí 30 días
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