La trinchera infinita

Una triquiñuela demoscópica –según ‘El País’–, habría permitido al Centro de Investigaciones Sociológicas camuflar la preocupación de los españoles por los partidos políticos y la política, que en su el último Barómetro habría alcanzado el 54%. Sin esa triquiñuela, este epígrafe se hubiera situado entre los tres principales problemas de los ciudadanos, junto al paro y la economía. El diario citaba la inestabilidad como causa del resultado, a lo que habría que añadir la progresiva falta de credibilidad de unos políticos cada día más enfangados en sus propias disputas estériles y más alejados de las necesidades reales de la ciudadanía.

El resultado es una actualidad política de trincheras, a la que los votantes se ven arrastrados y donde resulta inasumible que tirios declaren su apoyo o reconozcan una iniciativa de los troyanos, y viceversa. Un ejemplo claro es el ocurrido con el desmantelamiento del proyecto de peatonalización de un tramo de Galileo, convertido por unos en un acto de reparación frente a los experimentos de la anterior Corporación, y en una venganza por otros. En ambos casos, en nombre de los vecinos.

La polarización es evidente en casos como la movilidad y la mejora de la calidad del aire. Así, planes como la supresión de Madrid Central o la eliminación de carriles bici, que parecían inevitables en caso de que el Ayuntamiento cambiara de manos, se han suavizado de forma puntual o simplemente se han obviado, sin que ni el nuevo Equipo de Gobierno reconozca los beneficios del plan anterior ni, por supuesto, la oposición afloje a la hora de señalar el apocalipsis contaminante a que nos veremos abocados por liberar una calle del perímetro anterior.

Hoy, la futura ampliación de las zonas verdes y estanciales en la Plaza del Conde del Valle de Súchil, de cuyo proyecto podríamos felicitarnos todos –tanto la anterior Corporación, que inició el proyecto, como la actual, que lo terminará de plasmar– pasará de puntillas entre los logros del distrito o, si acaso, se usará como medalla partidista autocolocada por unos u otros.

Esa trinchera perpetua es promovida a diario por los políticos casi sin excepción, y tiene su resultado peor –su excrecencia– en las redes sociales, donde impera un “o conmigo o contra mí”, cada vez más peligroso para la convivencia. Lo ha vivido desde hace un tiempo una Asociación como El Organillo, como nos cuenta una de sus integrantes este mes. Desde su decisión de apoyar la petición vecinal de reversión de “Despacio Galileo”, son varios los “trolls” que hostigan a la plataforma y a algunos de sus socios, asimilándoles de manera torticera a un supuesto interés partidista. Y eso a una asociación con 40 años de lucha vecinal a sus espaldas. Un ambiente poco respirable que no crean que viene solo de un lado: bastará con que la Asociación apoye la siguiente reclamación vecinal para que, desde el otro lado de la trinchera, vuelvan a pretender politizar su posición. Muy triste.


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