Cuando la UE no está prohibiendo, es porque está recomendando. La UE recomienda mucho, y siempre por nuestro bien, o sea, el suyo. La última recomendación de la UE es un “kit de supervivencia” para crisis y conflictos venideros, ya sean climáticos o bélicos. El “kit” incluye una decena de objetos que caben en una mochila y con los que puedes sobrevivir 72 horas. Vamos, que te lo puedes llevar a una despedida de soltero o si te coges el puente de mayo, pero para una guerra se queda corto.
Cuando yo era pequeño la amenaza estaba en que a Reagan o a Andropov se les fuera el dedo al “botón rojo” y nos mandasen a todos al carajo nuclear. No recuerdo que entonces se hablara de “kits”, aunque sí de búnkeres y cucarachas indestructibles. La cosa se puso más tensa con Chernobyl, pero la supervivencia en aquellos años se jugaba más en los bajos de Aurrerá que en Prípiat, y era peor amenaza una jeringuilla que el yodo 131.
Poco después, los científicos descubrieron un agujero en la capa de ozono que acabaría por achicharrarnos. Tampoco hubo “kits” en aquella ocasión, aunque se prohibió el uso de desodorante en spray, lo que sirvió de excusa perfecta a muchos que no lo habían usado nunca. Las autoridades europeas no calcularon la catástrofe olfativa, ni recomendaron entonces ningún “kit” provisto de pinzas nasales.
Con la cercanía del nuevo milenio, llegó la siguiente amenaza: el “Efecto 2000”, que presagiaba todo tipo de problemas derivados de los fallos en los sistemas operativos de las computadoras con el cambio de dígitos. Sin embargo, y tras todos los temores, el apocalipsis tecnológico no llegó, y el 1 de enero del 2000 volvió a salir el sol.
Las “emergencias” más recientes nos han llegado con el calentamiento global, donde el “kit” consiste básicamente en comer tofu y no salir de casa, y la pandemia, cuyo equipo de supervivencia básico eran mascarilla –aunque al principio no, y luego sí, pero según cuál, y luego según dónde, y quién, ya me entienden– y gel hidroalcohólico. Por toneladas.
Vuelvo a 2025. Un día después de que la Comisión Europea instara a los ciudadanos a proveerse del conveniente kit, una ferretería de las de toda la vida ya anunciaba en su escaparate que sus clientes podían adquirirlo en su establecimiento. Y es que si la UE quiere hablar de supervivencia, que pregunte primero al comercio de barrio.
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