Los negocios de Chamberí reabren con esperanza y precaución

Comerciantes del barrio nos cuentan cómo está siendo el regreso


Raúl, Nicolás, Ana, Héctor y Diana cerraron las puertas de sus negocios de manera repentina el pasado mes de marzo. De su trabajo dependían sus familias, así como las de miles de trabajadores, que bajaron la persiana debido a la emergencia sanitaria. A esta lista podrían incorporarse los nombres de miles de personas que vieron cómo a mediados de marzo el coronavirus lo paralizó todo, aunque ellos no se dan por vencidos. Ahora junio ha comenzado y desde hace unas semanas han retomado su trabajo con muchas dudas ante la incertidumbre económica, pero con un objetivo claro: sacar su negocio adelante. Chamberí 30 días ha charlado con algunos de estos empresarios y, a pesar de que entre ellos la inseguridad es una constante, no dejan de colocar la palabra esperanza por delante de la de miedo.

Uno de los primeros negocios en abrir fue la peluquería Charo Conector. Después de 50 días, el 4 de mayo su propietario Héctor Sepúlveda volvió a atender a sus clientes en su salón de la calle de Palafox, 10. “Nosotros siempre trabajamos con cita previa y ya tenemos una seguridad de por sí implementada, lo que ha facilitado que no les haya costado demasiado adaptar las nuevas medidas”, comenta Sepúlveda. Durante el tiempo que tuvo que estar en casa aprovechó para centrarse en una cuestión pendiente, la mejora de su página web, y también fue aprovisionándose para la reapertura. Al contar con un espacio de dos alturas atienden a una única persona por planta para asegurar la distancia de seguridad y tratan de que el cliente se relaje durante su visita. Pese a que en esta peluquería ven el futuro con positividad, advierten de que los cambios han supuesto un esfuerzo “tanto económico como personal”. No han aumentado los precios y una de sus trabajadoras se encuentra en un ERTE, ya que solo pueden atender a un cliente por empleado.

Cuándo y cómo abrir

Para la clínica Fisioterapia P96 la situación es “complicada”. Su mayor miedo cuando cerraron fue no saber “cuándo íbamos a poder abrir ni cómo lo íbamos a hacer”, relata Diana Chozas. Al retomar su actividad han adaptado el funcionamiento siguiendo el protocolo sanitario establecido, y de momento solo se ha incorporado una parte de los profesionales, ya que todavía no han alcanzado el mismo volumen de trabajo que tenían antes de que estallara la crisis del coronavirus. Ahora la clínica, ubicada en Ponzano, 96, está señalizada con marcas que indican la distancia de seguridad y solo atienden a un paciente por hora, que debe reservar su cita previa por teléfono o correo electrónico. Chozas detalla que, a pesar de que han tenido una buena acogida, notan “mucho miedo entre los vecinos” y, además, para estos acudir en estos momentos es más difícil al tener que lidiar con condiciones como el cuidado de los hijos pequeños, que todavía no pueden asistir al colegio.

Apoyo mutuo, imprescindible para subsistir

Los sentimientos que rondaban la cabeza de Nicolás Jiménez, director de Marketing de la inmobiliaria Remax Jumbo cuando cerraron su oficina de Cea Bermúdez, 12, eran, al igual que en el caso anterior, de “incertidumbre”. Hasta el 11 de mayo, fecha en la que reabrieron sus puertas, han tratado de adaptarse a la nueva situación, “para que el daño económico fuera el mínimo”, centrándose aún más en las redes sociales. En las paredes de su oficina ahora cuelgan carteles que indican los nuevos protocolos de actuación, al que se une su plan de reincorporación que pasa por una rotación semanal de sus trabajadores. Jiménez sostiene que todavía es pronto para hacer una predicción de futuro del mercado inmobiliario, pero esperan que “todos los clientes que antes de esta crisis tenían pensado adquirir o vender sus propiedades y lo han paralizado, poco a poco vuelvan a tener confianza”. En estos momentos la solidaridad entre vecinos es imprescindible para poder avanzar, por lo que en Remax Jumbo no dudan en afirmar: “Estaremos aquí para ayudarles, como siempre lo hemos hecho”.

En esta línea también se coloca la empresa familiar Sánchez Reparaciones, que desde hace más de 40 años ofrece soluciones para el calzado de los chamberileros. Cuentan con tres talleres en el distrito (Alonso Cano, 61 y 78, y Modesto Lafuente, 6), además de un cuarto que abrieron en octubre de 2019 en Tetuán, en la calle de Orense, 3. Hasta la declaración del estado de alarma nueve personas vivían de este negocio, mientras que ahora únicamente han podido reincorporar a seis y de momento solo han alcanzado el 25% de los ingresos que recaudaban antes del estallido de la pandemia, explica el encargado Raúl Sánchez. Durante el tiempo que estuvieron cerrados trataron de mejorar su estructura y fomentar los servicios de reparación y venta de calzado que ofrecen a través de su página web. Sánchez se muestra positivo respecto al futuro y destaca que, a pesar de que todavía “hay muy poca actividad comercial, sí parece que hay una conciencia en parte de la clientela de que esto lo tenemos que intentar levantar entre todos”, una muestra más de la importancia del apoyo al comercio local en nuestros barrios.

Incertidumbre y protocolos de seguridad 

Por último, el centro auditivo Oiddos (Guzmán El Bueno, 83) se enfrentó a esta situación extraordinaria, cuando su negocio todavía no había cumplido su primer año de vida. A la pregunta de cuáles han sido sus mayores miedos durante este tiempo, la directora, Ana Zubiaurre, responde sin dudar: “La incertidumbre de qué va a pasar con mi negocio y las personas contratadas”. Desde que volvieron a atender a sus pacientes han implantado un estricto protocolo de seguridad, aunque declara que las personas mayores con las que trabajan “son muy conscientes del peligro”. Para ayudarles y evitar las salidas también realizan entregas de los productos y ofrecen sus servicios a domicilio.

Poco a poco la alegría está volviendo a las calles de Chamberí y comienza a despertar su tradicional vitalidad. Desde el pasado 25 de mayo, fecha de entrada en la Fase 1, también los bares con terraza podían sumarse a la reapertura de comercios. Sin embargo, no todos decidieron hacerlo. Algunos como a la tradicional Bodega La Ardosa (Santa Engracia, 70) no les compensa abrir con las limitaciones actuales, por lo que están tratando de buscar una solución para cumplir con la normativa. En su caso la situación se complica todavía más, al tratarse de un local antiguo con poco espacio en el interior, de forma que han solicitado ampliar la terraza y pretenden abrir de nuevo “cuando Madrid entre en la Fase 3”, aclara el encargado Daniel Rojo. Los comerciantes ven el futuro con preocupación, pero también con esperanza. La normalidad va dando pasos, dejando ver que es un reto conjunto que nadie se quede por el camino. 

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